Taichichuan "Un Cuento Chino"


Taichichuan "Un Cuento Chino" 


      Que el Taichichuan (TCC) es un arte más o menos milenario originario de China que forma parte de una filosofía oriental, lo sabemos. Que encontramos diferentes traducciones del significado etimológico del término, las he encontrado. Que existe una historia donde podemos seguir su evolución y las diferentes ramas a que ésta ha dado lugar con sus respectivos Maestros, la hay. Pero todo ello lo dejamos para aquellos que tengan interés en estos temas. Lo que aquí queremos tratar es el TCC tal y como nos ha llegado a nosotros, los occidentales, descontextualizado y pretendiendo desproveerlo de sus connotaciones místicas o filosóficas, no negando que las tenga y que puedan ser estudiadas y trabajadas. Queremos ver el TCC desde una perspectiva práctica, como actividad física. Para ello la primera pregunta que, creo, deberíamos hacernos es ¿cuál es el origen del TCC?, la respuesta es clara, el Kung-Fu, o más correctamente, el TCC nace como una estrategia didáctica para la enseñanza de este arte marcial.

      Buscando definiciones del Kung-Fu en los diccionarios hemos encontrado diferentes acepciones del término. Por ejemplo; “ Kung-Fu; arte marcial chino con características que participan de la cultura física y del deporte de lucha con las manos semejante al Karate, aunque con mayor uso de las piernas que en este.” “Kung-Fu: (Voz China: tratar de encontrar la salida . Dep.: Sistema de lucha personal, de origen búdico, con las manos y con los pies, en que se pone en actividad la globalidad del ser, por disciplina física y mental.". Estas descripciones resultan en cierto modo vagas. Y ello es así por la gran diversidad de escuelas de Kung-Fu que existen, cada una con sus propias características. Tradicionalmente todas estas escuelas se han dividido en: externa o dura e interna o suave, aunque hay algunas que resultan de la fusión de ambas. Las escuelas “externas” dan mayor importancia a lo corporal, la fuerza, la velocidad de ataque, etc. (ejemplo de este tipo de escuelas es la Shaolín); las escuelas “in­ternas” dan importancia al dominio mental, la agilidad y la armonía.
      El estilo Taichichuan, nombre cuyo significado literal es “Puño supremo y último", pertenece a la escuela “interna”.
      Este sistema marcial consiste en la lentificación de los movimientos de ataque y defensa para facilitar así el aprendizaje todo esto dentro de un método que rigen estos movimientos que son los principios y conceptos.

       Me atrevería a comparar, con las salvedades que correspondan, este método de enseñanza con el que realizan los karatecas a través de la práctica de las “katas”. Aunque estas se realizan de forma más vigorosa que los movimientos efectuados en el TCC, no dejan de ser una forma de enseñanza que comporta ciertas similitudes con la forrna suave del Kung-Fu.

        Las   ventajas de la forma suave, a las que luego aludiremos, permiten que ésta se automatice de su inicial objetivo cobrando entidad propia.
        Consiguientemente la persona que afronte la iniciación del TCC lo hará, probablemente, como un elemento autónomo, por lo que es en sí mismo. Y es esa definición la que, a través de este artículo, trataremos de comentar.

    TCC ahora y aquí

       Cuando observamos a alguien practicando TCC vemos como ejecuta una serie de movimientos, de posturas, de formas.de manera lenta. Eso es lo que exteriormente captamos. Pero preguntémonos ¿qué es el TCC?, una actividad física. Sí, puede parecer una respuesta simple, obvia, tal vez, incluso tonta. Pero a mi entender, ineludible. El TCC es una actividad física y como tal nos ofrece las ventajas que, con la práctica continuada, estas nos aportan,  poseyendo unas cualidades singulares que la diferencias de otras actividades físicas, particularidades que en determinados casos pueden ser sumamente ventajosas. Más concre­tamente podríamos decir que se trata de una especie de gimnasia, cuya aplicación práctica se transforma en defensa personal.

      Estaremos de acuerdo que para todo aquel que practica un deporte o actividad física con asiduidad, el conocimiento de su cuerpo, el aprender a interpretar los mensajes que éste le envía puede serle de una gran utilidad. Un Maestro chino explicaba que la forma en el TCC (el movimiento físico) es como la botella que contiene la esencia del TCC, lo importante es esa esencia, sin ella sólo obtendremos un envase vacío. Esa esencia radica, para mí, como occidental, en la comprensión de nuestro cuerpo, en aprender a escucharlo e interpretarlo. Y en ese aprendizaje, la práctica del TCC muestra una clara ventaja sobre otras actividades.

     El TCC nos permite un metaconocimiento de nuestra actividad física, lo que supone la posibilidad de aprender por nosotros mismos de una manera más eficaz, ya que ese conocimiento propio nos ayuda a realizar las variaciones y ajustes que mejor se adapten a nuestra condición física y ajustarlas a la par que esta progresa. ¿Como alcanzamos este metaconocimiento?, a través de la biorretroalimentación que nos proporciona el movimiento lento y la concentración, dos elementos característicos de esta modalidad.

     No olvidemos que la biorretroalimentación no es más que un circuito. En este caso, la acción motriz se ejecuta mediante las órdenes que provienen de nuestro Sistema Nervioso, la concentración y la lentitud del movimiento permiten reconocer la “sensación” de los músculos implicados en una postura determinada, cerrando el circuito la información que los músculos envían al Sistema Nervioso permitiendo rectificar la orden de movimiento hasta alcanzar la “sensación” que consideramos correcta. Esta biorretroalimentación nos permitirá un, cada vez, mayor conocimiento de nuestro cuerpo que redundará en una mayor concentración en el entra- miento y nos ayudará a aprehender esa “esencia” a la que ya nos hemos referido, permitiendo al practicante aventajado llegar a inventar por sí mismo ejercicios cada vez más espontáneos e imprevistos.

    Sin ese conocimiento, no sólo en TCC, obtendremos movimientos “ vacíos” que, ciertamente  podrán aportamos fuerza y destreza pero no en la medida en que lo harían si somos conscientes de ellos. Va que esta consciencia tiene suma importancia no sólo en la salud, sino en el desarrollo del cuerpo.

    No basta la repetición mecánica de los ejercicios, éstos logran frutos muy satisfactorios cuando la mente se concentra en todos los pormenores de su ejecución, acompañando el movimiento de la musculatura.

   Cuantas veces habremos observado como el lanzador de jabalina o de martillo o el corredor, por nombrar algunos, realizan simulacros del movimiento antes de la prueba. Vemos como, con mayor o menor lentitud, simulan la acción a realizar, y si bien, puede ser entendido como un acto de calentamiento también podemos entenderlo como un ensayo del movimiento donde se produce esa biorretroalimentación que nos prepara para la prueba. El caso más claro de lo que venimos diciendo se produce en la alta competición cuando, para el análisis de determinados movimientos, se utiliza el ordenador para descomponerlos en secuencias muy cortas. Esta especialización permite su estudio para una mayor perfección.

   Podemos observar como desde diferentes “filosofías” se llegan a soluciones idénticas, . en este caso un camino para alcanzar una mayor perfección técnica y física.

   Todo esto que venimos diciendo nos da una fundamentación técnica acerca del por qué del TCC como actividad física nos permite introducirnos en las ventajas que nos ofrece su singu­laridad.

    Lentitud y concentración.

    Como actividad física, el TCC, al igual que otras disciplinas, posee un carácter preventivo  favoreciendo nuestra salud y también puede ser usado como práctica rehabilitadora corporal y por consiguiente psíquica.

     El TCC puede ser visto como una gimnasia cuya realización se ejecuta a través de unos movimientos lentos que requieren la relajación de grupos de músculos diferentes según el ejercicio o postura que se realiza. El estrés se puede manifestar fisiológicamente mediante tensión muscular, la prác­tica del TCC puede resultamos beneficiosa para combatirlo. Así mismo, también se puede manifestar cognitivamente, si tenemos en cuenta que el ejercicio del TCC requiere una aten­ción concentrada en los movimientos así como un ritmo respiratorio acompasado y que estos dos elementos ayudan a la relajación psicológica de la mente, tendremos un ejercicio muy efi­caz contra uno de los problemas actuales de mayor incidencia.

    Los movimientos moderados y suaves del ejercicio pueden contribuir.no sólo, a mejorar la coordinación y el equilibrio, sino también al alivio de síntomas físicos tales como la pérdida de apetito, la pesadez de estómago....etc...etc, síntomas que en ocasiones acompañan a la depresión moderada, por lo que podremos combatir ésta a través de la práctica del TCC. Esto nos permite enlazar con una población que sufre unos altos niveles de depresión, la llamada tercera edad. El TCC se convierte para este grupo de personas en un arma sumamente eficaz. Por un lado como ejercicio moderado que puede ser practicado casi por todo el mundo, beneficiándose de una actividad física, actuando así como elemento preventivo y por otra parte actuando como elemento rehabilitador por lo antes mencionado.

   Quiero hacer mención de otras ventajas que muestra el TCC, no tan importantes, pero no desdeñables. No necesita ningún tipo de equipo especial para su realización (ropas holgadas y calzado cómodo). El espacio necesario para su practica suele ser el habitual parque con lo cual se contribuye a un desahogo psíquico. Por tanto, en cualquier lugar y en cualquier momento puede ser factible su práctica. Características que en determinados casos pueden ser sumamente ventajosas.

   Debemos apuntar también que en determinados casos ciertas posturas pueden no ser adecuadas, al producir molestias en el practicante. Antiguas lesiones, falta de elasticidad, obesidad, artritis...pueden dificultar la realización de ciertas formas.. No debemos confundir éstas con las posibles molestias que se producen al iniciar la práctica de un deporte; la falta de entrenamiento, la novedad de los ejercicios etc. pueden suponer la aparición de determinadas sensaciones de incomodidad. Estas molestias irán desapareciendo conforme avancemos en el entrenamiento, las primeras se agravarían.

   También quiero apuntar que la concentración prolongada puede producir cansancio nervioso lo que puede ser perjudicial para un buen entrenamiento. Pero, una vez más, apreciamos las ventajas del TCC ante estos problemas, ya que la cautela y el entrenamiento adecuado y progresivo nos permitirá conocer los límites de nuestro cuerpo y adaptar el ejercicio impidiendo  de esta manera, agravar posibles molestias iniciales y evitar el cansancio psicológico.

   El TCC presenta diferentes modalidades o “formas’, derivadas de distintos Maestros, cada una con ciertas peculiaridades propias. Con ello, es muy aconsejable afrontar el inicio de esta actividad, en cualquiera de sus variantes, con un profesor o “Maestro” con amplios conocimientos de todas sus facetas. A través de un buen enseñante será cuando podremos sacarle el mayor rendimiento. No debemos olvidar que lo que vamos a aprender es la “forma", el movimiento, el “envase” vacío; la “esencia”, ese conocimiento propio, sólo lo podremos descubrir nosotros mismos, aunque podamos ser ayudados mediante las experiencias de otros. Será a través de la práctica continuada cuando conseguiremos establecer esa biorretroalimentación que nos permitirá avanzar y profundizar en el TCC.

    El TCC es una actividad física que nos permite pensar antes de actuar y mientras actuamos. Sería esta una frase que permitiría resumir parte de lo que hemos comentado en esta exposición y quizás, la mayor de sus ventajas.

    Lo que hemos expuesto en este artículo no deja de ser un punto de vista personal, con el que no todo el mundo estará de acuerdo. Pero, cuando me hablan del “Chi”, del “Tan- Tien", de la “Canalización e irradiación de la energía", o de otros conceptos que describen el TCC, no puedo evitar el que me suene a “cuento chino” por resultarme términos incomprensibles y que nadie más ha podido explicar con claridad. El TCC no es un cuento chino, tampoco es una panacea, ni siquiera un “invento” extraordinario. Lo que sí es, una actividad física, con unas características propias, que con una práctica continuada resulta sumamente beneficiosa para nuestra salud y bienestar.

                                             Ni más, ni menos.

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